De nada sirven el buen uso del lenguaje cuando el mundo simplemente no se quiere comunicar; o peor aún, te importa nada comunicarte con el mundo. Como tú no tienes la culpa de los problemas de los demás, te apartas, provocando que nadie empatiza con tus emociones, tus conflictos y tus fantasmas.
Uno esperaría que hubiese más comprensión, uno esperaría más amabilidad, uno esperaría más amor, uno esperaría, esperaría y así te quedas, esperando, porque la vida viene prediseñada y te la bancas o te hundes en tu abismo de sentimientos que sólo tú comprendes y que sólo a ti te importan y que te duelen porque naciste con un corazón sin armaduras y una razón inquieta pero fácil de derrotar.
Que sencilla sería la vida si todos tuviéramos las mismas vivencias y así nos entenderemos más fácil. Pero no, ni nos importa el mundo ni le importamos a nadie... pinche vida, no es más que una puta mentira
Espacio libre y creativo para la literatura, fotografía, arte escrito, crítica periodística y de más textos.
bienvenidos
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jueves, 24 de julio de 2014
lunes, 7 de julio de 2014
El adjetivo al explorador
Será por eso que los admiro tanto, sabiendo las
implicaciones que su existencia tuvo para muchas personas. Quizás si me encanta
saber sobre David Livingston, Vasco Da Gama, Henry Stanley y muchos otros, es
porque algo muy específico tenemos en común. Aquí, a estas tierras, personas
como ellos llegaron en tres naves como ninguna antes vista, y así, por error,
por casualidad, se encontraron en una realidad desconocida para el viejo mundo…
No se sí sea por error, pero ellos hicieron algo que en algún momento de
nuestras vidas todos los seres humanos hacemos… será por eso que me identifico,
que no acepto facilidades en ciertos campos de la vida, y que, como ellos,
requiero lograr lo impensable para un día ser llamado así como les llaman a
ellos. Exploradores somos todos, pero no todos aparecemos en los libros con ese
peculiar adjetivo que me ha de dar la vida, espero, algún día.
lunes, 30 de junio de 2014
La evolución de la vida
Por: Miguel Alejandro Rivera
No importaba qué bebieran o a dónde fueran, lo importante era su mutua presencia.
Acompañados por un café capitalista ella ríe de los afables esfuerzos que él hace para mantenerla entretenida. "Si me perdiera en el desierto me gustaría tener una bufanda, sirven para todo" dice él, mientras ella sonríe complacida.
No importaba qué bebieran o a dónde fueran, lo importante era su mutua presencia.
Acompañados por un café capitalista ella ríe de los afables esfuerzos que él hace para mantenerla entretenida. "Si me perdiera en el desierto me gustaría tener una bufanda, sirven para todo" dice él, mientras ella sonríe complacida.
Sin avisar un
silencio invade la charla. Es un momento especial, decisivo e incluso
conmovedor, porque hasta el extraño que los mira desde otra mesa se ha dado cuenta de que es un silencio agradable, sugerente, para
nada incómodo; un silencio que invita a la reflexión milimétrica de unos
segundos. "¿A que sabrán sus labios, qué pensará de mí, la estará pasando
bien, será bueno seguir este juego?". Por miedo, pena o precaución alguno
de ellos rompe el momento y habla, dejando esas preguntas sin respuestas, sin
la oportunidad de sentirse afortunados porque han tenido que pasar millones de
casualidades a lo largo de la historia para que en ese preciso momento se
encuentren ahí, juntos, compartiendo más que un café capitalista.
De pronto se
levantan, es hora de irse. Seguramente cada uno se ha adelantado y ha imaginado
lo que pasará con su historia, quizá con éxito, quizá equivocándose, pero ahí, donde ellos apenas logran ver más allá de
las narices del otro, un extraño que no debería meterse en sus vidas se imagina
mil historias sobre ellos, sobre él, sobre todos, porque la evolución en la
vida debería resumirse en "me gustas", "te quiero",
"te amo”.
domingo, 8 de junio de 2014
El miedo y el charlatán
Por: Miguel Alejandro Rivera
Erich Fromm le llama “miedo a la libertad” a la condición humana que en palabras sencillas entiendo como “echarle la culpa a alguien”. Las personas no podemos vivir solas no simplemente por requerir afecto, cariño y/o alguien que nos escuche, sino porque para nosotros es de primera necesidad recargar nuestros problemas en las espaldas de un ser humano, ya sea vivo o muerto.
Erich Fromm le llama “miedo a la libertad” a la condición humana que en palabras sencillas entiendo como “echarle la culpa a alguien”. Las personas no podemos vivir solas no simplemente por requerir afecto, cariño y/o alguien que nos escuche, sino porque para nosotros es de primera necesidad recargar nuestros problemas en las espaldas de un ser humano, ya sea vivo o muerto.
Erich Fromm le llama “auxiliador
mágico” a esa persona que acabamos de señalar, a la cual vamos a responsabilizar
si nuestros proyectos personales, ya sean profesionales, amorosos, o de otro
tipo, no funcionan, pues nos hemos encomendado a él con los ojos cerrados y nos
ha fallado pese a su milagrosa existencia.
No confundamos a este “auxiliador
mágico” con alguna cuestión espiritista ni nada por el estilo, no. Esto se trata
de pleitos entre personas y no de carácter metafísico. Simplemente tenemos al
sujeto (A) que teme a la responsabilidad de la vida y al sujeto (B) que ha sido
elegido por (A) para ser el receptor de sus errores, culpas y en el peor de los
casos, vivir la vida a través de él.
Me he dado cuenta de que en
estos tiempos no es muy difícil buscar un sujeto (B) para que cumpla con su
debida función. Los hay a montones e incluso se ganan la vida siendo “auxiliadores
mágicos”, o como yo les llamo, charlatanes.
En esta vorágine de la vida,
donde los avances tecnológicos ya no nos dan un respiro, es obviamente
necesario el auxilio de un charlatán, pues nadie podría soportar toda la
inhumanidad que nos rodea sin tener a quién echarle la culpa. No se entonces si
sentirme afortunado o sentir rabia ante toda la baraja de charlatanes que nos
rodea… vayamos de más a menos.
Los más grandes charlatanes
por quienes nos dejamos engatusar un buen rato para dejar que nuestros
problemas se sientan menos están en constante exposición, incluso, sin temor a
equivocarme, las veinticuatro horas del día.
Haga usted la prueba y
encienda el televisor, seguro encuentra un charlatán. Puede ser cualquier
político o el mismo presidente, puede ser también algún pastor de alguna
novedosa religión sudamericana, podríamos encontrarlo, por qué no, en alguna
mujer, por ejemplo, llamada Laura, o en un hombre que explica a detalle las condiciones
del futbol nacional; no vería muy lejos tampoco que se encarne en algún
producto de venta a la media noche e inclusive en un dibujo animado.
Ahí tenemos entonces, tan
solo del espectro televisivo hemos rescatado al que nos engaña en las urnas,
nos engaña en la fe, nos engaña la farsa, el deporte, el espectáculo y hasta en
el capitalismo mismo.
Si estos entrañables
personajes subsisten año tras año hasta tener un prometedor futuro milenario es
porque cada uno de ellos tiene a su merced millones y millones de personas que
por miedo a la vida, prefieren permanecer frente a una pantalla, burlándose de
una familia con alguna falsa tragedia, gritando un gol o enfurecidos porque el AB Master Ultra Plus no le quitó en diez
días la obesidad mórbida que alberga su abdomen desde sus años de adolescencia.
Para quienes son más caprichosos
existen los charlatanes históricos, quienes tienen la gran facultad de ya no
estar en el plano terrenal, otorgando la imposibilidad de la retroalimentación.
Así las culpas quedan en el aire sin la posibilidad de unja discusión.
“Si nuestro país está como
está, es por culpa de tal y cual que cuando esto y el otro, el o ellos, esto y
aquello” Preferimos culpar a un difunto que arreglar nuestro presente con
acciones. Adam Smith no tiene la culpa de que el capitalismo se nos haya salido
de las manos, ni Plutarco Elías Calles es enteramente responsable por haberle
puesto las patas al dinosaurio que hoy gobierna devorando todo lo que tiene a
su paso. Sin embargo los culpamos porque tenemos miedo de aceptar “sí, yo
prefiero comprar esto solo por la etiqueta” o “sí, yo acepté quinientos pesos
en despensa que al final ni me dieron para votar por el PRI”.
Miedo, miedo y más miedo y
ante tantos miedos los charlatanes que están ahí para salvarnos el día, porque
aunque muchos se las den de muy letrados, también buscan a sus charlatanes,
incluso en la persona que tienen enfrente, con la que comparten el hogar o con
la que despiertan cada día.
“Es que yo le tengo miedo a
los perros porque mi mamá de chiquito me decía que no me les acercara”. No, aceptémoslo
“yo le tengo miedo a los perros porque soy un pobre puto” Así de sencillo. “Es
que yo no dejo a mi marido por mi bebé, porque sino ya no le aguantaría que me
pegara el desgraciado”. No, “yo no dejo a mi marido porque tengo miedo a que ya
nadie me quiera con un chamaco y me quede sola, sin dinero y sin tener a quien
echarle la culpa de mi desgracia”. “Es que yo soy bien pedo y fumo un chingo
por mis cuates”. No, “yo soy un pinche borracho de lo peor porque tengo un
chingo de vacíos que llenar y me refugio en los vicios paganos de la vida
mundana”.
Podríamos así seguir
buscando a un miedoso y a su charlatán en el obeso que no quiere hacer
ejercicio, el pobre que no quiere trabajar, en el ignorante que no quiere leer,
etcétera, etcétera, etcétera… mientras tanto y mientras usted sigue buscando a
sus miedos y a sus charlatanes, yo deseo que le haya gustado este texto y si no
le entendió porque estuviera mal escrito, no es mi culpa, la verdad es que los
profesores que tuve en toda mi carrera escolar siempre fueron muy malos y no
les aprendí gran cosa.
domingo, 1 de junio de 2014
De cómo el capitalismo trasformó un placer en nostalgia
Por: Miguel Alejandro Rivera
Desde que tengo memoria mi más frecuente actividad era perseguir un balón. A eso que llaman futbol le dediqué años y años de esfuerzo, sudor, dolor, coraje y corazón. Nada, nada me hacía más feliz que anotar un gol o hacer una atajada.
Desde que tengo memoria mi más frecuente actividad era perseguir un balón. A eso que llaman futbol le dediqué años y años de esfuerzo, sudor, dolor, coraje y corazón. Nada, nada me hacía más feliz que anotar un gol o hacer una atajada.
Al soccer como deporte no le puedo reprochar nada, me dio muchas
alegrías y amigos. Conocí lugares, canchas y personas, además del valor que
tiene el trabajo en equipo.
Gracias al futbol soy lo que soy y seguiré jugando en cada
oportunidad que tenga porque este hermoso deporte no se trata de ser famoso ni
millonario, sino de sentir la adrenalina ante el balón y el adversario.
Sin embargo como aficionado últimamente hay algo que me ha
hecho detestar el futbol, y es que, quizá apenas me doy cuenta, el capitalismo
se ha adueñado de él de tal manera que se ha vuelto un espectáculo muy poco
disfrutable. Presiento que quienes se desviven ante el monitor cuando ven jugar,
por ejemplo, a la mediocre selección mexicana, es porque jamás se animaron a
apagar el televisor y pararse en una cancha.
La mercadotecnia que rodea a los jugadores, los equipos y en
general al balompié hace repugnante a lo que debiera ser el espectáculo más
hermoso del mundo. El presidente apoyando a los seleccionados mexicanos que
apenas y rescataron su boleto al Mundial pone peor las cosas, pues para mí,
como seguro para muchos, todo lo que toque ese sujeto se hace despreciable.
El mundial de Brasil se acerca y solamente atiza en mí el
repudio por el futbol espectáculo y mi indignación por las maneras del
capitalismo imperial. La gente protesta en el país sudamericano y solo la
represión puede abrir paso a un deporte que no debería traer más que unidad. Todo
parece ser un montaje y los rumores sobre los arreglos de los resultados, más
por situaciones políticas que deportivas, se hacen más fuertes cuando
recientemente se dio a conocer que rumbo a Sudáfrica 2010 algunos partidos se
amañaron.
Ni hablar de las coincidencias que se dan en México con los
calendarios de la selección de futbol y los eventos políticos. Aunque de por sí
creo que ya no necesitaría ningún distractor para hacer sus perjudiciales
reformas estructurales, el gobierno se empeña en empalmar estos eventos a
manera de cortina de humo verde para que la sociedad se mantenga entretenida
mientras ellos roban al país.
Si de por sí ya lo odiaba, ahora odio más al capitalismo por
quitarme una de las pasiones más grandes que tenía. Jamás lograrán robarme la
emoción que siento cuando toco un balón, pero parece que extinguieron en mí el
enorme placer que antes me embargaba al mirar un buen partido en el estadio o
el televisor.
Solamente yo sé cuánto le di al futbol y cuanto el futbol me
devolvió. Creo que quedamos a manos. Sin embargo extraño ser indiferente a
ciertas cosas para celebrar los goles de la selección de mi país u observar con
gusto el gran nivel de otras selecciones… Quizá no me quede más que apreciar
este deporte como la dulce ficción que es o supongo que existen otras cosas más
reales para compensar ese placer que ahora se me ha convertido en nostalgia.
lunes, 26 de mayo de 2014
Manual para la conformidad
Por: Miguel Alejandro Rivera
No es para nada difícil. Salga de
la cama. Ahora tiene dos opciones: A) vaya a la calle o B) prenda la televisión
y sintonice las noticias. Si eligió (A) ponga usted atención en todo lo que le
rodea: delincuencia, engaño, soledad, corrupción, envidia, pobreza,
discriminación. Si eligió (B) observe lo que acontece en el mundo según los
medios de comunicación: delincuencia, engaño, soledad, corrupción, envidia,
pobreza, discriminación. Si siente “algo” atorado en el pecho, tranquilo, va
bien. Nuevamente dos opciones: A) vuelva a la cama y deprímase o B) piense en
una solución para la sociedad. Llegamos al paso final. No se tiene una
indicación directa, pues no es responsabilidad de este manual decidir la forma
en la que el individuo decida suicidarse. No hablamos de manera literal,
simplemente suicide su parte positiva, olvídese de sus sueños, sus locuras o
sus metas, mande a la basura la posibilidad de enamorarse y finalmente podrá
usted estar conforme con el sistema.
martes, 20 de mayo de 2014
Presentación de la novela Peor es Nada
Estuvimos muy contentos en la presentación de mi ópera prima "Peor es Nada" en compañía de Jenaro Villamil y Marco A. Luis de la Universidad Obrera de México, institución a la cual agradecemos todas sus atenciones. También muchas gracias a todos quienes asistieron al evento... entre mezcales, amigos y literatura la pasamos súper.
Aquí les comparto unas fotos:
Aquí les comparto unas fotos:
lunes, 5 de mayo de 2014
martes, 15 de abril de 2014
La Luna roja... la Tierra roja.
Por: Miguel Alejandro Rivera
No comprendo. Esta madrugada muchas personas y los medios de comunicación estaban totalmente pendientes al eclipse que puso la luna “roja”. La gente salía a las calles y miraba al cielo comentando sus emociones ante el fenómeno.
No comprendo. Esta madrugada muchas personas y los medios de comunicación estaban totalmente pendientes al eclipse que puso la luna “roja”. La gente salía a las calles y miraba al cielo comentando sus emociones ante el fenómeno.
Hace siglos que varias naciones
se han encargado de teñir la tierra de rojo y muy pocos tienen emociones o
sentimientos por ello. El rojo de la luna es tema de conversación, análisis e
incluso pretexto para jugar a ser poeta. El rojo de la tierra se convierte en
cifras, nombres e incluso en simples pasajes históricos de libro de primaria.
12 de octubre de 1492, David
Livingstone y sus expediciones a África en el siglo XIX, los siempre “amorosos”
norteamericanos y sus intervenciones de “paz” en medio oriente, sin olvidar
claro a nuestro ex presidente Felipe Calderón y su “magnífica” idea de hacerle
la guerra al narcotráfico. Todos ellos y muchos más manchando países, caminos, mares, bosques, pueblos, comunidades, hogares, familias y vidas de un color infernal que ya no nos llama tanto la atención
como sí lo hace un fenómeno astronómico.
Ríos de sangre convierten al
mundo en el verdadero planeta rojo, pero estamos tan cerca, vivimos aferrados a
él gracias a la gravedad que ya no nos damos cuenta de lo terrible que es
cuando una superficie tan grade se torna del color de la sangre. En cambio el
rojo de la luna es como casi todo lo que sucede y llama la atención de los seres
humanos: anecdótico, otro suceso para las cifras, para los libros y para la
historia.
Luna roja, nuestro mundo rojo, un
mismo fenómeno que por causas tan diferentes genera sensaciones tan distintas.
lunes, 14 de abril de 2014
Los días libres
Escuché por ahí que
un hombre aprovecharía su “día libre”, y fue cuando me di cuenta en la prisión
cotidiana en la cual vivimos nuestra existencia. Los días libres no hacen más
que enaltecer lo poco libres que somos, lo esclavos que nos encontramos de
vivir para trabajar y no trabajar para vivir.
Un “día libre” es el
premio que nos da el sistema por haber encajado perfectamente en el engranaje
de la marginación y la falsa riqueza. Vivimos esperanzados en tomarnos unas
vacaciones en la playa, porque no tenemos los cojones para dejar nuestra falsa
vida acomodada y convertirnos en viajeros permanentes.
“¿Tú crees aun en la opinión pública? Pues
bien, la opinión pública es un truco que han inventado los anglosajones, los
ingleses, los americanos, son ellos quienes nos están llenando de mierda,
nosotros no hemos tenido nunca un sistema político, no tenemos tradiciones”
sostiene Antonio Tabucchi.
A
las aseveraciones del escritor Italiano yo agregaría que tampoco hemos tenido
libertad, menos cuando estamos esclavizados por un sistema capitalista que
gracias a Adam Smith y su “mano invisible” del mercado, este ya se manda solo.
Las
clases bajas anhelamos con ahínco nuestras vacaciones, los “días libres”, la
riqueza, las marcas, la falsa alegría. Las clases altas viven aterrados,
inseguros, temerosos ante el ladrón, ante la derrota, ante la traición de un
amigo…”y el pobre no duerme de tanto desear, lo que el rico cuida tanto que no
encuentra la paz” diría una hermosa canción.
¿Qué tan libres somos en los días libres? que cada alma encuentre su respuesta.
domingo, 13 de abril de 2014
La energía de sus
miradas
Miguel Alejandro Rivera
Cuando él la miraba callaba, cual
conjunto de arena que soporta los pasos de la mujer divina que da razón a su
existencia tan solo con andar. Cuando ella lo miraba, callaba, igual que las
estrellas miran a los mortales desde su silencio universal. Sin embargo sus
miradas vibraban, transmitían y causaban resonancias sordas en el viento.
Tan grande eran las energías originadas
por ambos seres que fue inevitable el fenómeno natural desatado por sus miradas
aquella jornada cuando sus pupilas crearon un puente indestructible e
imperceptible para cualquiera con una vista carente de magia.
La tierra comenzó a vibrar tan
fuerte que toda la humanidad temió haber desatado la furia de Dios por algún
motivo desconocido. Las iglesias se atestaron, las mezquitas estaban a
reventar, cada sinagoga del mundo o donde quiera que la gente se congregara
para alabar a su propio salvador se llenó de almas desesperadas en busca del
perdón.
Todo el mundo tuvo miedo, hasta
la mente con más raciocinio del planeta sucumbió ante el pánico al que obligaba
la situación… pero ellos, ellos dos permanecieron en calma, callados, serenos,
tranquilos y distantes al todo que los rodeaba.
Las vibraciones alteraron las
leyes de la física en todo el universo, y ambos se revolvieron en el aire:
arena y estrellas asemejando volutas de humo emanadas de algún sahumerio
celestial.
Cuando finalmente la calma volvió
al cosmos y todos los seres humanos agradecieron a su Dios, ellos ya se
encontraban muy lejos de este planeta, danzando en el vacío, disfrutando
eternamente de la divina energía que se manifiesta cuando se cruzan sus
miradas.
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