Escuché por ahí que
un hombre aprovecharía su “día libre”, y fue cuando me di cuenta en la prisión
cotidiana en la cual vivimos nuestra existencia. Los días libres no hacen más
que enaltecer lo poco libres que somos, lo esclavos que nos encontramos de
vivir para trabajar y no trabajar para vivir.
Un “día libre” es el
premio que nos da el sistema por haber encajado perfectamente en el engranaje
de la marginación y la falsa riqueza. Vivimos esperanzados en tomarnos unas
vacaciones en la playa, porque no tenemos los cojones para dejar nuestra falsa
vida acomodada y convertirnos en viajeros permanentes.
“¿Tú crees aun en la opinión pública? Pues
bien, la opinión pública es un truco que han inventado los anglosajones, los
ingleses, los americanos, son ellos quienes nos están llenando de mierda,
nosotros no hemos tenido nunca un sistema político, no tenemos tradiciones”
sostiene Antonio Tabucchi.
A
las aseveraciones del escritor Italiano yo agregaría que tampoco hemos tenido
libertad, menos cuando estamos esclavizados por un sistema capitalista que
gracias a Adam Smith y su “mano invisible” del mercado, este ya se manda solo.
Las
clases bajas anhelamos con ahínco nuestras vacaciones, los “días libres”, la
riqueza, las marcas, la falsa alegría. Las clases altas viven aterrados,
inseguros, temerosos ante el ladrón, ante la derrota, ante la traición de un
amigo…”y el pobre no duerme de tanto desear, lo que el rico cuida tanto que no
encuentra la paz” diría una hermosa canción.
¿Qué tan libres somos en los días libres? que cada alma encuentre su respuesta.
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