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jueves, 24 de julio de 2014

(Sin titulo, pero con demasiado sentimiento)

De nada sirven el buen uso del lenguaje cuando el mundo simplemente no se quiere comunicar; o peor aún, te importa nada comunicarte con el mundo. Como tú no tienes la culpa de los problemas de los demás, te apartas, provocando que nadie empatiza con tus emociones, tus conflictos y tus fantasmas. 
Uno esperaría que hubiese más comprensión, uno esperaría más amabilidad, uno esperaría más amor, uno esperaría, esperaría y así te quedas, esperando, porque la vida viene prediseñada y te la bancas o te hundes en tu abismo de sentimientos que sólo tú comprendes y que sólo a ti te importan y que te duelen porque naciste con un corazón sin armaduras y una razón inquieta pero fácil de derrotar.
Que sencilla sería la vida si todos tuviéramos las mismas vivencias y así nos entenderemos más fácil. Pero no, ni nos importa el mundo ni le importamos a nadie... pinche vida, no es más que una puta mentira

lunes, 7 de julio de 2014

El adjetivo al explorador

Será por eso que los admiro tanto, sabiendo las implicaciones que su existencia tuvo para muchas personas. Quizás si me encanta saber sobre David Livingston, Vasco Da Gama, Henry Stanley y muchos otros, es porque algo muy específico tenemos en común. Aquí, a estas tierras, personas como ellos llegaron en tres naves como ninguna antes vista, y así, por error, por casualidad, se encontraron en una realidad desconocida para el viejo mundo… No se sí sea por error, pero ellos hicieron algo que en algún momento de nuestras vidas todos los seres humanos hacemos… será por eso que me identifico, que no acepto facilidades en ciertos campos de la vida, y que, como ellos, requiero lograr lo impensable para un día ser llamado así como les llaman a ellos. Exploradores somos todos, pero no todos aparecemos en los libros con ese peculiar adjetivo que me ha de dar la vida, espero, algún día.  

lunes, 30 de junio de 2014

La evolución de la vida

Por: Miguel Alejandro Rivera

No importaba qué bebieran o a dónde fueran, lo importante era su mutua presencia. 

Acompañados por un café capitalista ella ríe de los afables esfuerzos que él hace para mantenerla entretenida. "Si me perdiera en el desierto me gustaría tener una bufanda, sirven para todo" dice él, mientras ella sonríe complacida.   

Sin avisar un silencio invade la charla. Es un momento especial, decisivo e incluso conmovedor, porque hasta el extraño que los mira desde otra mesa se ha dado cuenta de que es un silencio agradable, sugerente, para nada incómodo; un silencio que invita a la reflexión milimétrica de unos segundos. "¿A que sabrán sus labios, qué pensará de mí, la estará pasando bien, será bueno seguir este juego?". Por miedo, pena o precaución alguno de ellos rompe el momento y habla, dejando esas preguntas sin respuestas, sin la oportunidad de sentirse afortunados porque han tenido que pasar millones de casualidades a lo largo de la historia para que en ese preciso momento se encuentren ahí, juntos, compartiendo más que un café capitalista.

 De pronto se levantan, es hora de irse. Seguramente cada uno se ha adelantado y ha imaginado lo que pasará con su historia, quizá con éxito, quizá equivocándose, pero ahí, donde ellos apenas logran ver más allá de las narices del otro, un extraño que no debería meterse en sus vidas se imagina mil historias sobre ellos, sobre él, sobre todos, porque la evolución en la vida debería resumirse en "me gustas", "te quiero", "te amo”.

domingo, 8 de junio de 2014

El miedo y el charlatán

Por: Miguel Alejandro Rivera

Erich Fromm le llama “miedo a la libertad” a la condición humana que en palabras sencillas entiendo como “echarle la culpa a alguien”. Las personas no podemos vivir solas no simplemente por requerir afecto, cariño y/o alguien que nos escuche, sino porque para nosotros es de primera necesidad recargar nuestros problemas en las espaldas de un ser humano, ya sea vivo o muerto.

Erich Fromm le llama “auxiliador mágico” a esa persona que acabamos de señalar, a la cual vamos a responsabilizar si nuestros proyectos personales, ya sean profesionales, amorosos, o de otro tipo, no funcionan, pues nos hemos encomendado a él con los ojos cerrados y nos ha fallado pese a su milagrosa existencia.

No confundamos a este “auxiliador mágico” con alguna cuestión espiritista ni nada por el estilo, no. Esto se trata de pleitos entre personas y no de carácter metafísico. Simplemente tenemos al sujeto (A) que teme a la responsabilidad de la vida y al sujeto (B) que ha sido elegido por (A) para ser el receptor de sus errores, culpas y en el peor de los casos, vivir la vida a través de él.

Me he dado cuenta de que en estos tiempos no es muy difícil buscar un sujeto (B) para que cumpla con su debida función. Los hay a montones e incluso se ganan la vida siendo “auxiliadores mágicos”, o como yo les llamo, charlatanes.

En esta vorágine de la vida, donde los avances tecnológicos ya no nos dan un respiro, es obviamente necesario el auxilio de un charlatán, pues nadie podría soportar toda la inhumanidad que nos rodea sin tener a quién echarle la culpa. No se entonces si sentirme afortunado o sentir rabia ante toda la baraja de charlatanes que nos rodea… vayamos de más a menos.

Los más grandes charlatanes por quienes nos dejamos engatusar un buen rato para dejar que nuestros problemas se sientan menos están en constante exposición, incluso, sin temor a equivocarme, las veinticuatro horas del día.

Haga usted la prueba y encienda el televisor, seguro encuentra un charlatán. Puede ser cualquier político o el mismo presidente, puede ser también algún pastor de alguna novedosa religión sudamericana, podríamos encontrarlo, por qué no, en alguna mujer, por ejemplo, llamada Laura, o en un hombre que explica a detalle las condiciones del futbol nacional; no vería muy lejos tampoco que se encarne en algún producto de venta a la media noche e inclusive en un dibujo animado.  

Ahí tenemos entonces, tan solo del espectro televisivo hemos rescatado al que nos engaña en las urnas, nos engaña en la fe, nos engaña la farsa, el deporte, el espectáculo y hasta en el capitalismo mismo.

Si estos entrañables personajes subsisten año tras año hasta tener un prometedor futuro milenario es porque cada uno de ellos tiene a su merced millones y millones de personas que por miedo a la vida, prefieren permanecer frente a una pantalla, burlándose de una familia con alguna falsa tragedia, gritando un gol o enfurecidos porque el AB Master Ultra Plus no le quitó en diez días la obesidad mórbida que alberga su abdomen desde sus años de adolescencia.
Para quienes son más caprichosos existen los charlatanes históricos, quienes tienen la gran facultad de ya no estar en el plano terrenal, otorgando la imposibilidad de la retroalimentación. Así las culpas quedan en el aire sin la posibilidad de unja discusión.

“Si nuestro país está como está, es por culpa de tal y cual que cuando esto y el otro, el o ellos, esto y aquello” Preferimos culpar a un difunto que arreglar nuestro presente con acciones. Adam Smith no tiene la culpa de que el capitalismo se nos haya salido de las manos, ni Plutarco Elías Calles es enteramente responsable por haberle puesto las patas al dinosaurio que hoy gobierna devorando todo lo que tiene a su paso. Sin embargo los culpamos porque tenemos miedo de aceptar “sí, yo prefiero comprar esto solo por la etiqueta” o “sí, yo acepté quinientos pesos en despensa que al final ni me dieron para votar por el PRI”.

Miedo, miedo y más miedo y ante tantos miedos los charlatanes que están ahí para salvarnos el día, porque aunque muchos se las den de muy letrados, también buscan a sus charlatanes, incluso en la persona que tienen enfrente, con la que comparten el hogar o con la que despiertan cada día.    

“Es que yo le tengo miedo a los perros porque mi mamá de chiquito me decía que no me les acercara”. No, aceptémoslo “yo le tengo miedo a los perros porque soy un pobre puto” Así de sencillo. “Es que yo no dejo a mi marido por mi bebé, porque sino ya no le aguantaría que me pegara el desgraciado”. No, “yo no dejo a mi marido porque tengo miedo a que ya nadie me quiera con un chamaco y me quede sola, sin dinero y sin tener a quien echarle la culpa de mi desgracia”. “Es que yo soy bien pedo y fumo un chingo por mis cuates”. No, “yo soy un pinche borracho de lo peor porque tengo un chingo de vacíos que llenar y me refugio en los vicios paganos de la vida mundana”.

Podríamos así seguir buscando a un miedoso y a su charlatán en el obeso que no quiere hacer ejercicio, el pobre que no quiere trabajar, en el ignorante que no quiere leer, etcétera, etcétera, etcétera… mientras tanto y mientras usted sigue buscando a sus miedos y a sus charlatanes, yo deseo que le haya gustado este texto y si no le entendió porque estuviera mal escrito, no es mi culpa, la verdad es que los profesores que tuve en toda mi carrera escolar siempre fueron muy malos y no les aprendí gran cosa.     

  

domingo, 1 de junio de 2014

De cómo el capitalismo trasformó un placer en nostalgia

Por: Miguel Alejandro Rivera

Desde que tengo memoria mi más frecuente actividad era perseguir un balón. A eso que llaman futbol le dediqué años y años de esfuerzo, sudor, dolor, coraje y corazón. Nada, nada me hacía más feliz que anotar un gol o hacer una atajada.

Al soccer como deporte no le puedo reprochar nada, me dio muchas alegrías y amigos. Conocí lugares, canchas y personas, además del valor que tiene el trabajo en equipo.

Gracias al futbol soy lo que soy y seguiré jugando en cada oportunidad que tenga porque este hermoso deporte no se trata de ser famoso ni millonario, sino de sentir la adrenalina ante el balón y el adversario.

Sin embargo como aficionado últimamente hay algo que me ha hecho detestar el futbol, y es que, quizá apenas me doy cuenta, el capitalismo se ha adueñado de él de tal manera que se ha vuelto un espectáculo muy poco disfrutable. Presiento que quienes se desviven ante el monitor cuando ven jugar, por ejemplo, a la mediocre selección mexicana, es porque jamás se animaron a apagar el televisor y pararse en una cancha.

La mercadotecnia que rodea a los jugadores, los equipos y en general al balompié hace repugnante a lo que debiera ser el espectáculo más hermoso del mundo. El presidente apoyando a los seleccionados mexicanos que apenas y rescataron su boleto al Mundial pone peor las cosas, pues para mí, como seguro para muchos, todo lo que toque ese sujeto se hace despreciable.

El mundial de Brasil se acerca y solamente atiza en mí el repudio por el futbol espectáculo y mi indignación por las maneras del capitalismo imperial. La gente protesta en el país sudamericano y solo la represión puede abrir paso a un deporte que no debería traer más que unidad. Todo parece ser un montaje y los rumores sobre los arreglos de los resultados, más por situaciones políticas que deportivas, se hacen más fuertes cuando recientemente se dio a conocer que rumbo a Sudáfrica 2010 algunos partidos se amañaron.

Ni hablar de las coincidencias que se dan en México con los calendarios de la selección de futbol y los eventos políticos. Aunque de por sí creo que ya no necesitaría ningún distractor para hacer sus perjudiciales reformas estructurales, el gobierno se empeña en empalmar estos eventos a manera de cortina de humo verde para que la sociedad se mantenga entretenida mientras ellos roban al país.

Si de por sí ya lo odiaba, ahora odio más al capitalismo por quitarme una de las pasiones más grandes que tenía. Jamás lograrán robarme la emoción que siento cuando toco un balón, pero parece que extinguieron en mí el enorme placer que antes me embargaba al mirar un buen partido en el estadio o el televisor.


Solamente yo sé cuánto le di al futbol y cuanto el futbol me devolvió. Creo que quedamos a manos. Sin embargo extraño ser indiferente a ciertas cosas para celebrar los goles de la selección de mi país u observar con gusto el gran nivel de otras selecciones… Quizá no me quede más que apreciar este deporte como la dulce ficción que es o supongo que existen otras cosas más reales para compensar ese placer que ahora se me ha convertido en nostalgia.   

lunes, 26 de mayo de 2014

Manual para la conformidad

Por: Miguel Alejandro Rivera

No es para nada difícil. Salga de la cama. Ahora tiene dos opciones: A) vaya a la calle o B) prenda la televisión y sintonice las noticias. Si eligió (A) ponga usted atención en todo lo que le rodea: delincuencia, engaño, soledad, corrupción, envidia, pobreza, discriminación. Si eligió (B) observe lo que acontece en el mundo según los medios de comunicación: delincuencia, engaño, soledad, corrupción, envidia, pobreza, discriminación. Si siente “algo” atorado en el pecho, tranquilo, va bien. Nuevamente dos opciones: A) vuelva a la cama y deprímase o B) piense en una solución para la sociedad. Llegamos al paso final. No se tiene una indicación directa, pues no es responsabilidad de este manual decidir la forma en la que el individuo decida suicidarse. No hablamos de manera literal, simplemente suicide su parte positiva, olvídese de sus sueños, sus locuras o sus metas, mande a la basura la posibilidad de enamorarse y finalmente podrá usted estar conforme con el sistema. 

martes, 20 de mayo de 2014

Presentación de la novela Peor es Nada

Estuvimos muy contentos en la presentación de mi ópera prima "Peor es Nada" en compañía de Jenaro Villamil y Marco A. Luis de la Universidad Obrera de México, institución a la cual agradecemos todas sus atenciones. También muchas gracias a todos quienes asistieron al evento... entre mezcales, amigos y literatura la pasamos súper.
Aquí les comparto unas fotos:



martes, 15 de abril de 2014

La Luna roja... la Tierra roja.

Por: Miguel Alejandro Rivera

No comprendo. Esta madrugada muchas personas y los medios de comunicación estaban totalmente pendientes al eclipse que puso la luna “roja”. La gente salía a las calles y miraba al cielo comentando sus emociones ante el fenómeno.  

Hace siglos que varias naciones se han encargado de teñir la tierra de rojo y muy pocos tienen emociones o sentimientos por ello. El rojo de la luna es tema de conversación, análisis e incluso pretexto para jugar a ser poeta. El rojo de la tierra se convierte en cifras, nombres e incluso en simples pasajes históricos de libro de primaria.

12 de octubre de 1492, David Livingstone y sus expediciones a África en el siglo XIX, los siempre “amorosos” norteamericanos y sus intervenciones de “paz” en medio oriente, sin olvidar claro a nuestro ex presidente Felipe Calderón y su “magnífica” idea de hacerle la guerra al narcotráfico. Todos ellos y muchos más manchando países, caminos, mares, bosques, pueblos, comunidades, hogares, familias y vidas de un color infernal que ya no nos llama tanto la atención como sí lo hace un fenómeno astronómico.

Ríos de sangre convierten al mundo en el verdadero planeta rojo, pero estamos tan cerca, vivimos aferrados a él gracias a la gravedad que ya no nos damos cuenta de lo terrible que es cuando una superficie tan grade se torna del color de la sangre. En cambio el rojo de la luna es como casi todo lo que sucede y llama la atención de los seres humanos: anecdótico, otro suceso para las cifras, para los libros y para la historia.

Luna roja, nuestro mundo rojo, un mismo fenómeno que por causas tan diferentes genera sensaciones tan distintas.  

lunes, 14 de abril de 2014

Los días libres

Escuché por ahí que un hombre aprovecharía su “día libre”, y fue cuando me di cuenta en la prisión cotidiana en la cual vivimos nuestra existencia. Los días libres no hacen más que enaltecer lo poco libres que somos, lo esclavos que nos encontramos de vivir para trabajar y no trabajar para vivir.

Un “día libre” es el premio que nos da el sistema por haber encajado perfectamente en el engranaje de la marginación y la falsa riqueza. Vivimos esperanzados en tomarnos unas vacaciones en la playa, porque no tenemos los cojones para dejar nuestra falsa vida acomodada y convertirnos en viajeros permanentes.

 “¿Tú crees aun en la opinión pública? Pues bien, la opinión pública es un truco que han inventado los anglosajones, los ingleses, los americanos, son ellos quienes nos están llenando de mierda, nosotros no hemos tenido nunca un sistema político, no tenemos tradiciones” sostiene Antonio Tabucchi.

 A las aseveraciones del escritor Italiano yo agregaría que tampoco hemos tenido libertad, menos cuando estamos esclavizados por un sistema capitalista que gracias a Adam Smith y su “mano invisible” del mercado, este ya se manda solo.

Las clases bajas anhelamos con ahínco nuestras vacaciones, los “días libres”, la riqueza, las marcas, la falsa alegría. Las clases altas viven aterrados, inseguros, temerosos ante el ladrón, ante la derrota, ante la traición de un amigo…”y el pobre no duerme de tanto desear, lo que el rico cuida tanto que no encuentra la paz” diría una hermosa canción.  

¿Qué tan libres somos en los días libres? que cada alma encuentre su respuesta.  

domingo, 13 de abril de 2014

La energía de sus miradas

Miguel Alejandro Rivera

Cuando él la miraba callaba, cual conjunto de arena que soporta los pasos de la mujer divina que da razón a su existencia tan solo con andar. Cuando ella lo miraba, callaba, igual que las estrellas miran a los mortales desde su silencio universal. Sin embargo sus miradas vibraban, transmitían y causaban resonancias sordas en el viento.

Tan grande eran las energías originadas por ambos seres que fue inevitable el fenómeno natural desatado por sus miradas aquella jornada cuando sus pupilas crearon un puente indestructible e imperceptible para cualquiera con una vista carente de magia.

La tierra comenzó a vibrar tan fuerte que toda la humanidad temió haber desatado la furia de Dios por algún motivo desconocido. Las iglesias se atestaron, las mezquitas estaban a reventar, cada sinagoga del mundo o donde quiera que la gente se congregara para alabar a su propio salvador se llenó de almas desesperadas en busca del perdón.

Todo el mundo tuvo miedo, hasta la mente con más raciocinio del planeta sucumbió ante el pánico al que obligaba la situación… pero ellos, ellos dos permanecieron en calma, callados, serenos, tranquilos y distantes al todo que los rodeaba.

Las vibraciones alteraron las leyes de la física en todo el universo, y ambos se revolvieron en el aire: arena y estrellas asemejando volutas de humo emanadas de algún sahumerio celestial.


Cuando finalmente la calma volvió al cosmos y todos los seres humanos agradecieron a su Dios, ellos ya se encontraban muy lejos de este planeta, danzando en el vacío, disfrutando eternamente de la divina energía que se manifiesta cuando se cruzan sus miradas.