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domingo, 1 de junio de 2014

De cómo el capitalismo trasformó un placer en nostalgia

Por: Miguel Alejandro Rivera

Desde que tengo memoria mi más frecuente actividad era perseguir un balón. A eso que llaman futbol le dediqué años y años de esfuerzo, sudor, dolor, coraje y corazón. Nada, nada me hacía más feliz que anotar un gol o hacer una atajada.

Al soccer como deporte no le puedo reprochar nada, me dio muchas alegrías y amigos. Conocí lugares, canchas y personas, además del valor que tiene el trabajo en equipo.

Gracias al futbol soy lo que soy y seguiré jugando en cada oportunidad que tenga porque este hermoso deporte no se trata de ser famoso ni millonario, sino de sentir la adrenalina ante el balón y el adversario.

Sin embargo como aficionado últimamente hay algo que me ha hecho detestar el futbol, y es que, quizá apenas me doy cuenta, el capitalismo se ha adueñado de él de tal manera que se ha vuelto un espectáculo muy poco disfrutable. Presiento que quienes se desviven ante el monitor cuando ven jugar, por ejemplo, a la mediocre selección mexicana, es porque jamás se animaron a apagar el televisor y pararse en una cancha.

La mercadotecnia que rodea a los jugadores, los equipos y en general al balompié hace repugnante a lo que debiera ser el espectáculo más hermoso del mundo. El presidente apoyando a los seleccionados mexicanos que apenas y rescataron su boleto al Mundial pone peor las cosas, pues para mí, como seguro para muchos, todo lo que toque ese sujeto se hace despreciable.

El mundial de Brasil se acerca y solamente atiza en mí el repudio por el futbol espectáculo y mi indignación por las maneras del capitalismo imperial. La gente protesta en el país sudamericano y solo la represión puede abrir paso a un deporte que no debería traer más que unidad. Todo parece ser un montaje y los rumores sobre los arreglos de los resultados, más por situaciones políticas que deportivas, se hacen más fuertes cuando recientemente se dio a conocer que rumbo a Sudáfrica 2010 algunos partidos se amañaron.

Ni hablar de las coincidencias que se dan en México con los calendarios de la selección de futbol y los eventos políticos. Aunque de por sí creo que ya no necesitaría ningún distractor para hacer sus perjudiciales reformas estructurales, el gobierno se empeña en empalmar estos eventos a manera de cortina de humo verde para que la sociedad se mantenga entretenida mientras ellos roban al país.

Si de por sí ya lo odiaba, ahora odio más al capitalismo por quitarme una de las pasiones más grandes que tenía. Jamás lograrán robarme la emoción que siento cuando toco un balón, pero parece que extinguieron en mí el enorme placer que antes me embargaba al mirar un buen partido en el estadio o el televisor.


Solamente yo sé cuánto le di al futbol y cuanto el futbol me devolvió. Creo que quedamos a manos. Sin embargo extraño ser indiferente a ciertas cosas para celebrar los goles de la selección de mi país u observar con gusto el gran nivel de otras selecciones… Quizá no me quede más que apreciar este deporte como la dulce ficción que es o supongo que existen otras cosas más reales para compensar ese placer que ahora se me ha convertido en nostalgia.   

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